Participación social. ¿Hacia
una defensa del usuario- espectador?
Hace
apenas unas días, al terminar la clase de Animación Sociocultural II, en el
camino a casa pude ver pegado en una gran cristalera, un cartel anunciante de
algunas actividades que tendrían lugar en la ciudad de Talavera de la Reina,
ese cartel llamo mi atención porque justo en la clase de Animación habíamos
estado viendo el concepto de participación social, y una frase de las más
llamativas en el cartel era la siguiente ¡Ven,
asiste, tú participación es importante! , además visualizando de manera más
detallada dicho cartel, puede ver la
programación de las actividades que se iban a realizar.
Continuando
hacia casa y no dejando de tener presente el cartel, intente dar respuesta a la
siguiente pregunta ¿Qué tipo de
participación o a que se le podía denominar participación centrándonos en ese
cartel?
Estaba
claro, el contenido del cartel tenía un mensaje oculto bastante peligroso y
lamentablemente bastante a la moda.
Tras
esa clase pude comprender que el
concepto de participación se estaba
manipulando de una forma brutal y descabellada, pues se estaba contemplando en términos totalmente contrarios, siendo estos los siguientes: convocatoria, asistencia, espectador…
En
un primer momento, me sentía bien, pues
me había dado cuanta de esa manipulación del lenguaje y en concreto de
esa manipulación del concepto que estábamos estudiando y analizando en clase,
lo que me hacía pensar que había comprendido bien ese concepto. Pero antes de
llegar a casa, pude ver ese mismo cartel en un tamaño más pequeño, un chico los
estaba repartiendo por toda la calle, los colocaba en los coches, en los
buzones… entonces un grupo de mujeres estaba comentando el cartel y pude
escuchar la siguiente frase ¡luego dicen que no hacen cosas para los jóvenes! A
lo que otra mujer contestaba; ¡si hacen muchas cosas, mira que bien esta esto (señalaba
al pequeño panfleto) pero de qué sirve si lo único que hacen es gastarse el
dinero (refiriéndose a la entidad la cual organizaba esas actividades), porque la gente joven no participa
en estas cosas, ellos están con los botellones y esas cosas!
Tras
escuchar esto, pude observar que esas mujeres
se habían dado cuenta de algo importante, la gente no asistía a ese tipo
de programas o actividades, pero dejaban de lado otra cuestión muy importante
por no decir la más importante, me refiero a la propia interiorización del concepto
de participación, pues lo entendían tal
cual lo transmitía el propio cartel, sin someterlo a un análisis, es decir, para ellas ese concepto era justo
eso, ser un espectador, ir a un determinado lugar donde todo está programado,
donde se sabe el inicio y el final, es
decir contemplaba la participación como una convocatoria y no como un derecho. Además
no ponían en cuestión la eficacia, la forma, la metodología de ese programa a
llevar a cabo, sino que dejaban caer la responsabilidad hacia los destinatarios
de dichas actividades, enmarcándolos en una gran y perversa generalización (jóvenes, drogas,
desmotivación….)
Justo
en ese momento vi la verdadera capacidad de
repercusión que puede llevar consigo esa manipulación del discurso, del
lenguaje, incluso de las propias personas, pues acaso ¿no pasa lo mismo con
muchas otras cuestiones? ¿Estaremos
sumergidos en una política del usuario y del espectador qué nos impide poner en
cuestión y someter a análisis
determinadas cuestiones? , si estamos ante una realidad ¿qué podemos hacer desde la educación
social?
Al
menos deberíamos ser capaces de analizar y cuestionar preguntas como: ¿Qué se está defendiendo?, ¿Cómo? ¿Hacia
dónde camina esa defensa? ¿Quién lo defiende? ¿Qué lenguaje se utiliza para
defenderlo? ¿Por qué y bajo que se defiende?...