lunes, 9 de abril de 2012



Participación social. ¿Hacia una defensa del usuario- espectador?
Hace apenas unas días, al terminar la clase de Animación Sociocultural II, en el camino a casa pude ver pegado en una gran cristalera, un cartel anunciante de algunas actividades que tendrían lugar en la ciudad de Talavera de la Reina, ese cartel llamo mi atención porque justo en la clase de Animación habíamos estado viendo el concepto de participación social, y una frase de las más llamativas en el cartel era la siguiente ¡Ven, asiste, tú participación es importante! , además visualizando de manera más detallada dicho cartel, puede ver  la programación de las actividades que se iban a realizar.
Continuando hacia casa y no dejando de tener presente el cartel, intente dar respuesta a la siguiente pregunta ¿Qué tipo de participación o a que se le podía denominar participación centrándonos en ese cartel?
Estaba claro, el contenido del cartel tenía un mensaje oculto bastante peligroso y lamentablemente bastante a la moda.
Tras esa clase pude comprender que  el concepto de participación se estaba manipulando de una forma brutal y descabellada, pues se estaba contemplando en términos totalmente contrarios, siendo estos los siguientes: convocatoria, asistencia, espectador…
En un primer momento, me sentía bien, pues  me había dado cuanta de esa manipulación del lenguaje y en concreto de esa manipulación del concepto que estábamos estudiando y analizando en clase, lo que me hacía pensar que había comprendido bien ese concepto. Pero antes de llegar a casa, pude ver ese mismo cartel en un tamaño más pequeño, un chico los estaba repartiendo por toda la calle, los colocaba en los coches, en los buzones… entonces un grupo de mujeres estaba comentando el cartel y pude escuchar la siguiente frase ¡luego dicen que no hacen cosas para los jóvenes! A lo que otra mujer contestaba; ¡si hacen muchas cosas, mira que bien esta esto (señalaba al pequeño panfleto) pero de qué sirve si lo único que hacen es gastarse el dinero (refiriéndose a la entidad la cual organizaba esas actividades), porque la gente  joven no participa en estas cosas, ellos están con los botellones y esas cosas!
Tras escuchar esto, pude observar que esas mujeres  se habían dado cuenta de algo importante, la gente no asistía a ese tipo de programas o actividades, pero dejaban de lado otra cuestión muy importante por no decir la más importante, me refiero a la propia interiorización del concepto de participación, pues  lo entendían tal cual lo transmitía el propio cartel, sin someterlo a un análisis,  es decir, para ellas ese concepto era justo eso, ser un espectador, ir a un determinado lugar donde todo está programado, donde  se sabe el inicio y el final, es decir contemplaba la participación como una convocatoria y no como un derecho. Además no ponían en cuestión la eficacia, la forma, la metodología de ese programa a llevar a cabo, sino que dejaban caer la responsabilidad hacia los destinatarios de dichas actividades, enmarcándolos en una gran y perversa  generalización (jóvenes, drogas, desmotivación….)
Justo en ese momento vi la verdadera capacidad de  repercusión que puede llevar consigo esa manipulación del discurso, del lenguaje, incluso de las propias personas, pues acaso ¿no pasa lo mismo con muchas otras cuestiones? ¿Estaremos sumergidos en una política del usuario y del espectador qué nos impide poner en cuestión y someter  a análisis determinadas cuestiones? , si estamos ante una realidad ¿qué podemos hacer desde la educación social?
Al menos deberíamos ser capaces de analizar y cuestionar preguntas como: ¿Qué se está defendiendo?, ¿Cómo? ¿Hacia dónde camina esa defensa? ¿Quién lo defiende? ¿Qué lenguaje se utiliza para defenderlo? ¿Por qué y bajo que se defiende?...

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