La
educación cívica se puede entender como bien público, desde lo común, de las
libertades de los individuales, estaríamos hablando de la ciudadanía. Esta
ciudadanía en la cual está la ley en medio, con más normas que hay que cumplir
como ciudadano, esto conlleva a unos riesgos y a esos intereses de control del
espacio público, y las normativas sobre las conductas de los individuos. Los
educadores sociales, desde la educación cívica, nos toca ambular por todos
estos recorridos que son necesarios para la educación cívica, pero con el
cuidado consciente de los riesgos a la hora de transmitir al ciudadano las
normas en una ciudad, cuyo objetivo tiene que ser el de transmitir, informar
pero no imponer. La responsabilidad de asumir las normas está en manos del ciudadano,
él tiene el derecho de elegir y el educador transmitir normas de respeto. La
educación no se impone, es otra cosa... los agentes cívicos se encuentran con
dos contradicciones, por un lado la forma de transmitir esa norma, que es donde
pondríamos el acento, por otro lado es que trabajamos para quién hace la ley.
Como educadores sociales tenemos que buscar alternativas para educar, sin esas
perversiones con las que los gobernantes quieren controlar a los ciudadanos.
Que "ellos" tengan el derecho de poder decir algo, como miembros que
son de la ciudadanía.
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